
Juan Manuel Echavarría, “Requiem NN”. Fotografía: Elkin Rubiano
Resumen
Teniendo en cuenta referencias teóricas sobre la relación entre arte, violencia y memoria, por un lado y, sobre el arte participativo, por el otro, en este artículo se hace una reflexión sobre la exposición ¿Dónde están los desaparecidos? Ausencias que interpelan, organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica y exhibida durante el segundo trimestre de 2014 en diversos espacios. Metodológicamente la muestra se analiza a partir de dos categorías: arte participativo y prácticas artísticas; las primeras vinculadas estrechamente con las comunidades y las segundas concentradas en la producción de “obra” unida al nombre de un artista. Si bien los propósitos y, a veces, los procedimientos empleados por ambas prácticas son semejantes, tanto sus resultados como la relación con el público y las comunidades son cualitativamente diferentes, así como lo son los “lenguajes” presentes en cada práctica: los primeros concentrados en los rostros de los desaparecidos, mientras los segundos, exploran los rastros de la desaparición forzada.
Introducción
El arte colombiano no es ajeno al conflicto armado. Si la violencia en Colombia es endémica, como lo señalan algunos investigadores, resulta normal que la violencia esté presente en la historia del arte en Colombia. Podría decirse, de hecho, que constituye un tema en el arte nacional, como testimonio, como denuncia, como crítica, como formas de simbolización, construcción de memoria y duelo, etc. Es decir, el registro de tal tema resulta amplio tanto en su tratamiento, como en su concepción dentro del campo del arte colombiano. A partir de este registro, la noción de víctima ha cobrado un lugar central durante la última década: las masacres sistemáticas de comunidades, las fosas comunes, los NN, el fenómeno del desplazamiento forzado y su visibilización en las áreas urbanas han puesto en el centro del conflicto armado en Colombia a las víctimas.
Así pues, la víctima o, de modo más preciso, la noción de víctima es la principal referencia para el arte y las prácticas artísticas que se ocupan de la violencia y la política en Colombia. Podría decirse que la víctima representa el conflicto o que a partir de la víctima el conflicto se hace presente. Las maneras de aproximarse a la o las víctimas son, desde luego, diversas. De esta manera, debe tenerse en cuenta que no solo el arte producido dentro de las lógicas del campo del arte (museos, galerías, colecciones, etc.) asume esta posición. Por la misma vía, aunque con estrategias diferentes, algunos colectivos y organizaciones trabajan con las comunidades víctimas del conflicto armado en Colombia, buscando distintos objetivos: recomponer tejido social, construir memoria, procesar el trauma individual y colectivo. Estas prácticas se pueden agrupar en el llamado “Arte participativo”, que es inseparable, en el contexto del conflicto armado en Colombia, de nociones como reparación, restitución, construcción de memoria, etc.
Teniendo en cuenta ese panorama, en este ensayo se busca indagar por lo siguiente: el testimonio, la huella, el trauma y el duelo. El testimonio supone que el testigo sobrevivió a la barbarie; la huella, una marca material que sobrevive al exterminio; el trauma, una ruptura del orden simbólico y de sentido que afecta a una comunidad; el duelo, un proceso truncado de las víctimas que busca construirse mediante prácticas simbólicas como el arte. Para tal fin, en este documento se reflexiona sobre la exposición ¿Dónde están los desaparecidos? Ausencias que interpelan, organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica y exhibida en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la Parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves y el Centro Cultural Gabriel García Márquez. Buscaremos entonces indagar en lo siguiente: ¿qué formas sensibles se despliegan en sus prácticas? ¿Qué estrategias de creación y recepción se ponen en juego?
Ref: http://esferapublica.org/nfblog/arte-memoria-y-participacion-donde-estan-los-desaparecidos/